Elementos sin propiedades químicas conocidas
Los
elementos 108 (hasio), 112 (copernicio) y 114 (flerovio) no tienen propiedades químicas conocidas. Además, hay otros elementos superpesados pueden comportarse de forma diferente a lo que se predice por
extrapolación, debido a los efectos relativistas; por ejemplo, se predijo que
el flerovio exhibiría posiblemente algunas propiedades similares a las de los
gases nobles, aunque actualmente (2016) se coloca en el grupo del carbono. Sin embargo, experimentos posteriores sugieren que se comporta
químicamente como plomo, como se espera a partir de su posición de la tabla periódica.
Otras extensiones de la tabla periódica
Elemento con el número atómico más alto posible
Colocación del hidrógeno y el helio
Grupos incluidos en los metales de transición
Elementos en el grupo 3 del periodo 6 y 7
Forma óptima
No está
claro si los nuevos elementos encontrados continuarán el patrón de la tabla
periódica estándar como parte del período 8 o se necesitará nuevos ajustes o
adaptaciones, las actualizaciones que dijimos antes en otras publicaciones.
Seaborg espera que este periodo siga el patrón previamente establecido
exactamente, de modo que incluiría un bloque s para los elementos 119 y 120, un
nuevo bloque g para los próximos 18 elementos, y 30 elementos adicionales
continuarían los bloques actuales f, d, y p. Los físicos tales como Pekka Pyykkö han teorizado que estos elementos adicionales no seguirían
la regla de Madelung, que predice cómo se llenan de capas de electrones, y por lo tanto
afectarán la apariencia de la tabla periódica estándar.
El número de posibles elementos no se conoce, ya que entre los sintéticos que se pueden hacer, y los múltiples lugares no identificados con nuevos elementos, pues aún hay zonas inexploradas en la tierra. En 1911 Elliot Adams, con base en la disposición de los elementos en cada fila de la tabla periódica horizontal, predijo que no existirían los elementos de peso atómico superior a 256 —lo que estaría entre los elementos 99 y 100 en términos de hoy en día—.La estimación reciente más alta es que la tabla periódica puede terminar poco después de la isla de estabilidad, que según se considere un modelo relativista o no se centrará alrededor de Z = 120 y N = 172 o Z = 124-126 y N = 184, ya que la extensión de la tabla periódica está restringida por las líneas de goteo de protones y de neutrones. Otras predicciones del fin de la tabla periódica incluyen al elemento 128 de John Emsley, al elemento 137 de Richard Feynman, y al elemento 155 de Albert Khazan.
Modelo de Bohr
El modelo de Bohr, no relativista, exhibe dificultad para los átomos con número
atómico superior a 137, ya que estos requerirían que los electrones 1s viajen
más rápido que c, la velocidad
de la luz, lo que lo vuelve inexacto y no se puede
aplicar a estos elementos.
Ecuación relativista de Dirac
La
ecuación relativista de Dirac tiene problemas para elementos con más de 137 protones. Para
ellos, la función de onda del estado
fundamental de Dirac es oscilatoria, y no hay
diferencia entre los espectros de energía positivo y negativo, como en la paradoja de Klein. Si se realizan cálculos más precisos, teniendo en cuenta los
efectos del tamaño finito del núcleo, se encuentra que la energía de enlace excede el límite para los elementos con más de 173 protones.
Para los elementos más pesados, si el orbital más interno (1s) no está lleno,
el campo eléctrico del núcleo tira de un electrón del vacío, lo que resulta en
la emisión espontánea de un positrón; sin embargo, esto no sucede si el orbital más interno está lleno,
de modo que el elemento 173 no es necesariamente el final de la tabla
periódica, por lo que comentábamos de que siempre se puede ampliar.
Solamente
siguiendo las configuraciones electrónicas, el hidrógeno (configuración electrónica 1s1) y el helio (1s2) se colocan en los grupos 1 y 2, por encima
de litio ([He]2s1) y berilio ([He]2s2). Sin embargo, esta
colocación se utiliza rara vez fuera del contexto de las configuraciones
electrónicas: cuando los gases nobles —entonces llamados «gases inertes»—
fueron descubiertos por primera vez alrededor de 1900, se los identificaba como
«el grupo 0», lo que reflejaba que no se les conocía ninguna reactividad
química en ese momento, y el helio se
colocó en la parte superior de ese grupo, porque compartía esta situación
extrema. Aunque el grupo cambió su número formal, muchos autores siguieron
colocando al helio directamente por encima del neón, en el grupo 18; uno de los ejemplos de tal colocación es la
tabla IUPAC actual. Las propiedades químicas del hidrógeno no son muy
cercanas a los de los metales alcalinos, que ocupan el grupo 1, y por eso el
hidrógeno a veces se coloca en otra parte: una de las alternativas más comunes
es en el grupo 17. Una de las razones para ello es la estrictamente univalente
química predominantemente no metálica del hidrógeno, la del flúor —el elemento
colocado en la parte superior del grupo 17— es estrictamente univalente y no
metálica. A veces, para mostrar cómo el hidrógeno tiene tanto propiedades
correspondientes a las de los metales alcalinos y a los halógenos, puede
aparecer en dos columnas al mismo tiempo. También puede aparecer por encima del
carbono en el grupo 14: así ubicado, se adapta bien al aumento de las
tendencias de los valores de potencial de ionización y los valores de afinidad
de electrones, y no se aleja demasiado de la tendencia de electronegatividad.
Por último, el hidrógeno a veces se coloca por separado de cualquier grupo
porque sus propiedades en general difieren de las de cualquier grupo: a
diferencia del hidrógeno, los otros elementos del grupo 1 muestran un
comportamiento extremadamente metálico; los elementos del grupo 17 comúnmente
forman sales —de ahí el término "halógeno"—; los elementos de
cualquier otro grupo muestran una química multivalente. El otro elemento del
periodo 1, el helio, a veces se coloca separado de cualquier grupo también. La
propiedad que distingue al helio del resto de los gases nobles —a pesar de que
su extraordinario carácter inerte está muy cerca del neón y el argón—es que, en su capa cerrada de electrones, el helio tiene solo dos
electrones en el orbital más externo, mientras que el resto de los gases nobles
tienen ocho.
Según
IUPAC un metal
de transición es «un elemento cuyo átomo tiene
una subcapa d incompleta o que puede dar lugar a cationes».125 De acuerdo con esta definición, todos los elementos en los grupos
del 3 al 11 son metales de transición y se excluye al grupo 12, que
comprende zinc, cadmio y mercurio.
Algunos
químicos consideran que los «elementos del bloque d» y los «metales de transición»
son categorías intercambiables, incluyendo por tanto al grupo 12 como un caso
especial de metal de transición en el que los electrones d no participan
normalmente en el enlace químico. El descubrimiento de que el mercurio puede
utilizar sus electrones d en la formación de fluoruro de mercurio (IV) (HgF4) llevó a algunos científicos a sugerir
que el mercurio puede ser considerado un metal de transición. Otros, como
Jensen, argumentan que la formación de un compuesto como HgF4 puede ocurrir
solo bajo condiciones muy anormales. Como tal, el mercurio no puede ser
considerado como un metal de transición por ninguna interpretación razonable en
el sentido normal del término.
En otros
casos hay quienes no incluyen al grupo 3, argumentando que estos no forman
iones con una capa d parcialmente ocupada y por lo tanto no presentan las
propiedades características de la química de los metales de transición.
Aunque
el escandio y el itrio son siempre los dos primeros elementos del grupo 3, la
identidad de los próximos dos elementos no se resuelve. O bien son lantano y actinio, o lutecio y lawrencio. Existen argumentos físicos y químicos para apoyar esta última
disposición, pero no todos los autores están convencidos.
Tradicionalmente
se representa al lantano y al actinio como los restantes miembros del grupo 3.
Se ha sugerido que este diseño se originó en la década de 1940, con la
aparición de las tablas periódicas que dependen de las configuraciones
electrónicas de los elementos y la noción de la diferenciación de electrones.
Las
configuraciones de cesio, bario y lantano son [Xe]6s1, [Xe]6s2 y
[Xe]5d16s2. Por lo tanto el lantano tiene un electrón
diferenciador 5d y esto lo establece «en el grupo 3 como el primer miembro del
bloque d para el periodo 6».
En el
grupo 3 se ve un conjunto consistente de configuraciones electrónicas: escandio
[Ar]3d14s2, itrio [Kr]4d15s2 y lantano. Aún en el
período 6, se le asignó al iterbio una configuración electrónica de [Xe]4f135d16s2 y
[Xe]4f145d16s2 para el lutecio, lo que
resulta «en un electrón diferenciante 4f para el lutecio y lo establece
firmemente como el último miembro del bloque f para el período 6.», Matthias
describe la colocación del lantano en virtud del itrio como «un error en el
sistema periódico —por desgracia propagado mayoritariamente por la compañía
Welch [Sargent-Welch] ... y ... todo el mundo la copió». Lavelle lo refutó
aportando una serie de libros de referencia conocidos en los que se presentaban
tablas periódicas con tal disposición.
Las
primeras técnicas para separar químicamente escandio, itrio y lutecio se
basaron en que estos elementos se produjeron juntos en el llamado «grupo de
itrio», mientras que La y Ac se produjeron juntos en el «grupo del cerio». Por
consiguiente, en los años 1920 y 30 algunos químicos colocaron el lutecio en el
grupo 3 en lugar del lantano.
Posteriores
trabajos espectroscópicos encontraron que la configuración electrónica de
iterbio era de hecho [Xe]4f146s2. Esto significaba que
iterbio y lutecio tenían 14 electrones f, «resultando en un electrón
diferenciante d en lugar de f» para el último, lo que lo hacía un «candidato
igualmente válido» para la siguiente posición de la tabla periódica en el grupo
3 debajo del itrio. Varios físicos en los años 1950 y 60 optaron por lutecio, a
la luz de una comparación de varias de sus propiedades físicas con las del
lantano. Esta disposición, en la que el lantano es el primer miembro del
bloque f, es cuestionada por algunos autores, ya que este elemento carece de
electrones f. Sin embargo, se ha argumentado que esta no es una preocupación
válida dado que existen otras anomalías en la tabla periódica, como por ejemplo
el torio, que no tiene electrones f, pero forma parte de ese bloque. En
cuanto al lawrencio, su configuración electrónica se confirmó en 2015 como
[Rn]5f147s27p1, lo que representa otra
anomalía de la tabla periódica, independientemente de si se coloca en el bloque
d o f, pues la potencialmente aplicable posición de bloque p se ha reservado
para el nihonio al que se le prevé una configuración electrónica de [Rn]5f146d107s27p1.
Las muchas
formas diferentes de la tabla periódica han llevado a preguntarse si existe una
forma óptima o definitiva. Se cree que la respuesta a esta pregunta depende de
si la periodicidad química tiene una verdad subyacente, o es en cambio el
producto de la interpretación humana subjetiva, dependiente de las
circunstancias, las creencias y las predilecciones de los observadores humanos.
Se podría establecer una base objetiva para la periodicidad química
determinando la ubicación del hidrógeno y el helio, y la composición del grupo
3. En ausencia de una verdad objetiva, las diferentes formas de la tabla
periódica pueden ser consideradas variaciones de la periodicidad química, cada
una de las cuales explora y hace hincapié en diferentes aspectos, propiedades,
perspectivas y relaciones de y entre los elementos. Se cree que la ubicuidad de
la tabla periódica estándar es una consecuencia de su diseño, que tiene un
equilibrio de características en términos de facilidad de construcción y
tamaño, y su descripción de orden atómico y tendencias periódicas.
Artículo escrito por Ana María Morón Usero o Ammu.
Gracias por leer, que la ciencia y la fuerza os acompañe
Podéis encontrar mucho más sobre esta ciencia en el Glosario de la Química y muchos científicos destacados de la misma y de otras ramas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario