Como pedístéis y votastéis, aquí tenéis las publicaciones dedicdas a Mary Annning y por qué esta maravillosa mujer fue importante en la pelontología.
Mary
Anning (Lyme
Regis, 21
de mayo de 1799-9 de marzo de 1847) fue la primera paleontóloga reconocida como tal. Además de ser paleontóloga, fue
una coleccionista y comerciante de fósiles inglesa, conocida en todo el mundo por sus importantes hallazgos de
los lechos marinos del
período Jurásico en la localidad inglesa Lyme
Regis donde vivía. Su trabajo científico contribuyó a que se dieran cambios fundamentales a principios
del siglo XIX en la manera de entender la vida prehistórica y la historia de la
Tierra.
Sus
hallazgos más destacados son el primer esqueleto de ictiosauro en ser identificado correctamente, los primeros dos
esqueletos de plesiosauros en ser encontrados, el primer esqueleto de pterosaurio encontrado fuera de Alemania y algunos fósiles de peces
importantes. Sus observaciones tuvieron un papel importante en el
descubrimiento de que los fósiles de belemnites contienen sacos de tinta fosilizada y de que los coprolitos, conocidos como piedras bezoar en esa época, son heces fosilizadas. Cuando el geólogo Henry de la Beche pintó Duria
Antiquior, la primera escena sobre el tiempo profundo que tuvo una difusión elevada, se basó en su mayoría en los
fósiles que Anning había encontrado, y vendió copias en su beneficio. Su obra
fue fundamental en los cambios que ocurrieron a principios del siglo XIX en las
ideas científicas sobre la vida prehistórica y la historia de la Tierra.
En cuanto
a la clase social de Anning —sus padres eran disidentes (protestantes no
anglicanos) de clase baja— fueron razones por las que se le impidió participar
completamente en la comunidad científica británica de principios de siglo XIX.
Eso y la época, que obviamente siendo mujer, y en una sociedad y ámbito
científico dominadas por caballeros ricos anglicanos, evitaron que fuera citada
en absoluto en sus contribuciones y descubrimientos, cumpliendo con ella el
conocido efecto Matilda. Aunque llegó a ser conocida en los círculos de
geólogos de Gran Bretaña, Europa y América, tuvo dificultades financieras
durante la mayor parte de su vida.
Vida:
Nació en la ciudad inglesa de Lyme Regis situada en Dorset, Inglaterra. Su padre, Richard, era un ebanista que completaba sus ingresos mediante la búsqueda de fósiles en los
yacimientos costeros cerca de Lyme Regis y la venta de sus hallazgos a los
turistas. Es decir, vendía los fósiles, esto hora sería ¡ilegalísimo! Se
trasladó a Lyme desde Colyton en Devon y se casó con María Moore, conocida como Molly, el 8 de
agosto de 1793 en Blandford. Tras volver a Lyme, la pareja se radicó en una casa construida en el
puente de la ciudad y asistía a la Iglesia
congregacional local, donde todos sus hijos fueron bautizados.
Como religiosos ¡disidentes!, los Annings se enfrentaron a la discriminación legal y social del lugar
donde vivían. Poco después de su matrimonio nació una hija a la que llamaron
Mary. Fue seguida por una segunda hija, Martha, que falleció al poco tiempo, y
luego por un hijo Joseph, en 1796. En 1798 su segundo hijo, Henry, murió en la
infancia y la hija mayor, Mary, accidentalmente murió quemada viva,
posiblemente al tratar de alimentar el fuego con virutas de madera. Cuando otra
hija nació el mes de mayo siguiente, se le dio el nombre de su hermana muerta,
Mary.
En 1800, cuando tenía 15 meses de edad, se produjo un acontecimiento
extraordinario, en la vida de Mary Anning, y no era solo ser la única
superviviente entre sus hermanos y hermanas, si no que se encontraba en los
brazos de una vecina, Elizabeth Haskings, junto con dos amigas bajo un olmo
viendo un espectáculo al aire libre, cuando un rayo cayó sobre el árbol. Las
tres mujeres que la acompañaban fallecieron en el acto, pero el resto de espectadores
se dieron cuenta de que la niña estaba aún con vida y la llevaron rápidamente a
casa. Un médico local consideró su supervivencia como milagrosa y durante años
los miembros de su comunidad atribuirían la curiosidad, inteligencia y viva
personalidad de la niña con el incidente.
El matrimonio Anning tuvo por lo menos cuatro hijos más: Henry, 1801;
Percival, 1803; Elizabeth, 1804; y Richard, 1809. Todos murieron durante la
infancia, sobreviviendo sólo Joseph y Mary. Cuando Richard Anning murió en 1810
a los 44 años, probablemente de tuberculosis, la familia Anning se quedó sin medio de subsistencia y tuvo que solicitar
ayuda a su parroquia. Tanto Mary como su hermano Joseph acompañaban a su padre
en ocasiones cuando iba en busca de fósiles en los acantilados cercanos para
venderlos, y después de su muerte comenzaron a recoger fósiles a tiempo
completo para ganarse la vida.
Los fósiles como negocio familiar
El coleccionismo de fósiles se encontraba en boga a finales del siglo XVIII
y principios del XIX, primero como un pasatiempo similar a la filatelia, pero
gradualmente se fue transformando en una ciencia al irse comprendiendo la
importancia de los fósiles para la geología y la biología, así como para la historia de la tierra y la vida por todo ello. Al mismo
tiempo, un número mayor de turistas de las clases altas y medias visitaban Lyme
Regis, que se había convertido en un popular destino costero. Al igual que su
padre, Mary y Joseph Anning montaron una mesa de curiosidades cerca de la
parada de la diligencia en una posada local para vender su mercancía a los
turistas. Después de que Joseph realizara un importante hallazgo de un cráneo
de ictiosauro en 1810 y Mary encontrara su esqueleto al año siguiente, forjaron relaciones
con la comunidad científica que cada vez se interesaba más por los fósiles,
convirtiéndose en la principal fuente de ingresos de la familia.
En 1818 Anning captó la atención de Thomas Birch, un acaudalado
coleccionista de fósiles, cuando le vendió otro esqueleto de ictiosaurio. Un
año más tarde, preocupado por la pobreza de la familia Anning (endedudados),
Birch organizó una subasta pública de su propia colección de fósiles y dio lo
recaudado (unas 400£) a los Anning. Además de proporcionar el tan necesitado
dinero, la subasta aumentó la reputación de la familia Anning dentro de la
comunidad geológica. Ahora en una situación financiera segura (aunque aún
austera) por primera vez en una década, Anning siguió con el coleccionismo y
venta de fósiles, aunque su hermano dedicaba cada vez más tiempo a su nueva
carrera como un aprendiz tapicero, dado que prefería trabajar en su sitio cubierto y seco. Sus existencias
principales a la venta eran fósiles invertebrados como conchas de ammonites y belemnites, los cuales eran comunes en la zona y se vendían por unos pocos chelines. Los fósiles vertebrados eran mucho más difíciles de encontrar y especímenes excepcionales
como un esqueleto de ictiosauro casi completo podía alcanzar un precio de
varias libras. El origen de todos estos fósiles eran los acantilados costeros
que rodeaban Lyme y que eran parte de la formación geológica conocida
como Blue Lias. Esta formación consta de sucesivas capas alternas de caliza y pizarra, dispuestas como sedimentos en el lecho marino poco profundo a principios
de lo que vendría a llamarse el período Jurásico (aproximadamente unos 210-195 millones de años atrás). Estos
acantilados son uno de los yacimientos más ricos de fósiles de Gran Bretaña.
Estos acantilados, no obstante, por su situación y geografía del terreno
pueden ser peligrosamente inestables, sobre todo en invierno cuando la lluvia
en ocasiones ocasiona corrimientos de tierra que dejaban a la vista nuevos
fósiles, lo cual a veces atraía a nuevos coleccionistas al igual que a los
Anning. En una ocasión, Anning a duras penas logró evitar morir a causa de un
deslizamiento de tierras que sí mató a su perro, Tray, su compañero durante
varios años mientras ella recogía los fósiles. En un artículos de 1823 del Bristol
Mirror sobre la compra de un esqueleto de ictiosauro encontrado por
Anning para el Bristol Institute, que pronto abriría sus puertas, incluía la siguiente reseña sobre su
obra:
Esta perseverante mujer ha ido día sí día también
durante años en busca de restos fósiles de importancia cada marea, durante
varios kilómetros sobre los acantilados de Lyme, que arroja masas que son su
objetivo inmediato, ya que sólo éstas contienen las valiosas reliquias de un
mundo antiguo, que debe ser arrebatado en el momento de su caída, con el riesgo
continuo de ser aplastadas por los fragmentos que caían de vez en cuando o ser
destruidas por el flujo de la marea: a su esfuerzo debemos casi todos los
excelentes especímenes de ictiosauro de las grandes colecciones [...].
Tienda de fósiles y experiencia en aumento
Conforme Mary Anning continuaba realizando nuevos hallazgos de importancia
su reputación crecía. En 1826, a los 27 años, se las arregló para ahorrar
suficiente dinero con el fin de comprar una casa con un gran ventanal de
cristal que daba a la calle a modo de escaparate y fundar una tienda
llamada Almacén de fósiles Anning. Su anterior negocio se había
vuelto suficientemente importante en los últimos años para que este traslado
fuese cubierto por la prensa local, la cual citó que la tienda tenía en aquel
entonces un excelente esqueleto de ictiosauro en exposición. Varios geólogos y
coleccionistas de fósiles de Europa e incluso de América visitaron a Anning en
Lyme para adquirir especímenes. Entre ellos cabe citar al geólogo George William Featherstonhaugh, que adquirió fósiles para el recién inaugurado Liceo de Historia Natural de Nueva York en 1827. El Rey Federico Augusto II de Sajonia visitó su tienda en 1844 y compró un esqueleto de ictiosauro para su
vasta colección de historia natural. Cuando el médico y asesor del Rey, Carl Gustav Carus, le pidió a Anning que le escribiera su nombre en su cuaderno, ésta además
añadió «soy famosa en toda Europa».
La educación de Anning era muy limitada. Aprendió a leer durante los
domingos gracias a la iglesia
congregacional y los textos que leyó durante su niñez eran en
su mayor parte escritos religiosos de los llamados disidentes, es decir no
anglicanos. Sin embargo, con el fin de aprender lo máximo posible sobre
fósiles, Mary leía tanta literatura científica como era capaz de obtener. A
menudo copiaba a mano laboriosamente artículos que tomaba prestado de otros. Un
historiador que había examinado una copia que hizo de un artículo de 1824 de
William Conybeare sobre fósiles de reptiles marinos subraya que la copia
incluía varias páginas de detalladas ilustraciones técnicas que eran difíciles
de diferenciar del original. También diseccionaba animales modernos como peces
y sepias para entender mejor la anatomía de los fósiles con los que trabajaba.
Lady Harriet Silvester visitó Lyme en 1824,7 y anotó lo siguiente en su diario:
[...] lo extraordinario de esta joven es que se ha
familiarizado tanto con la ciencia que en el momento que encuentra algún hueso
ya sabe a qué tribu pertenece. Ella fija los huesos en un marco con pegamento y
luego los dibuja y encarga grabados. [...] Ciertamente es un maravilloso
ejemplo de favor divino que esta pobre muchacha ignorante haya sido tan
bendita, porque, mediante la lectura y la aplicación, ha llegado a ese grado de
conocimiento como para llegar a ese hábito de escribir y hablar con profesores
y otros hombres inteligentes sobre este tema, y todos ellos reconocen que ella
entiende más de esta ciencia que nadie en el reino.
Conforme el tiempo pasaba, su confianza sobre su conocimiento crecía y en
1839 se tomó el tiempo de escribir al Magazine of Natural History para poner en duda la afirmación de que un fósil que había sido
encontrado recientemente del tiburón prehistórico Hybodus representaba un nuevo género, dado que ella había descubierto muchos
años antes la existencia de tiburones fósiles tanto con dientes rectos como con
forma de gancho.1415 El extracto de la carta que la revista imprimió sería el único escrito
que Anning vio publicado en su vida.
Muchas gracias por leer, que la ciencia y la fuerza os acompañe.
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