El tercer año comenzó y ambas estaban decididas a luchar por sus tesis. María estaba inmunizada a su jefe, Kyle en breve se iba a doctorar. Ella seguía adelante, ambos apoyándose y luchando juntos. Las videollamadas eran muchas veces de dos personas María y Ana, y muchas otras con tres, porque se sumaba Fabián. Ahora, ya eran de cuatro personas: Kyle, María, Fabián y Ana.
Ana, aunque estaba cansada de
seguir viviendo con sus padres, tuvo la alegría de que su proyecto de
divulgación, la dio sus frutos este año, ya que alcanzó las suficientes
visualizaciones y suscripciones, para ganar un poquito de dinero que la venía
de perlas. Además, personalmente, la había ayudado a crecer muchísimo.
Cuando se trataba de las tesis,
las situaciones eran muy distintas. En el caso de María, las máquinas eran de
última generación, los últimos modelos, las ideas mejores parecía que las tenía
su jefe. Todo muy top. Ana tenía un agitador que tenía que sujetar ella con
cinta para que pudiera agitar sus botes con seguridad, tenían un microscopio de
hace 15 años que estaba un poco arañado ya por el uso, el ingenio era
necesario, los elementos rotos se aprovechaban, etc. Era a veces, tan notable
la precariedad y falta de inversión, sobre todo en contraste con su amiga
María, que ambas estaban de acuerdo en que era una pena que su país no
invirtiera en ello.
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