La enfermedad de Parkinson es un
trastorno neurodegenerativo complejo que afecta al sistema nervioso de manera crónica y
progresiva, además de tener una presentación heterogénea, o lo que es lo
mismo, que afecta al cerebro provocando su deterioro y es una enfermedad
diversa en su expresión y síntomas. Aún no se dispone de ningún fármaco,
actualmente, que enlentezca la progresión de la enfermedad. Pero, existe un
arsenal terapéutico extenso y eficaz para el control sintomático en cada una de
sus fases, por lo que es importante realizar un diagnóstico preciso, ayudando
con dicho tratamiento a una mejora en calidad de vida del paciente. Además,
dado que es el trastorno neurodegenerativo más frecuente (tras la enfermedad de
Alzheimer). Por último, a modo introductorio, y no por ello menos importante,
se la clasifica dentro de un grupo de enfermedades que se denominan Trastornos del
Movimiento.
Se conoce como enfermedad de Parkinson por James Parkinson, el doctor que la describió por primera vez en 1817 en su trabajo Un ensayo sobre la parálisis agitante (An essay on the shaking palsy). Por ello, en 1997 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que el 11 de abril se celebraría el Día mundial del Parkinson.
Los factores de riesgo principales para la enfermedad son según se ha estudiado hasta el momento, una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo. Este último factor de riesgo que es la edad, supone, cada vez más, un reto de salud pública, especialmente en las sociedades occidentales progresivamente envejecidas. No obstante, es una enfermedad extendida por todo el mundo y afecta tanto a hombres como mujeres, afectando entre un 1 - 2 % de la población sobre 60 años o de un 0,5 - 5 % de la población mayor de 65 años (ver imagen 1).
Se conoce como enfermedad de Parkinson por James Parkinson, el doctor que la describió por primera vez en 1817 en su trabajo Un ensayo sobre la parálisis agitante (An essay on the shaking palsy). Por ello, en 1997 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que el 11 de abril se celebraría el Día mundial del Parkinson.
Los factores de riesgo principales para la enfermedad son según se ha estudiado hasta el momento, una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo. Este último factor de riesgo que es la edad, supone, cada vez más, un reto de salud pública, especialmente en las sociedades occidentales progresivamente envejecidas. No obstante, es una enfermedad extendida por todo el mundo y afecta tanto a hombres como mujeres, afectando entre un 1 - 2 % de la población sobre 60 años o de un 0,5 - 5 % de la población mayor de 65 años (ver imagen 1).
Se conoce como enfermedad de Parkinson por James Parkinson, el doctor que la describió por primera vez en 1817 en su trabajo Un ensayo sobre la parálisis agitante (An essay on the shaking palsy). Por ello, en 1997 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que el 11 de abril se celebraría el Día mundial del Parkinson.
Los factores de riesgo principales para la enfermedad son según se ha estudiado hasta el momento, una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo. Este último factor de riesgo que es la edad, supone, cada vez más, un reto de salud pública, especialmente en las sociedades occidentales progresivamente envejecidas. No obstante, es una enfermedad extendida por todo el mundo y afecta tanto a hombres como mujeres, afectando entre un 1 - 2 % de la población sobre 60 años o de un 0,5 - 5 % de la población mayor de 65 años (ver imagen 1).
Se conoce como enfermedad de Parkinson por James Parkinson, el doctor que la describió por primera vez en 1817 en su trabajo Un ensayo sobre la parálisis agitante (An essay on the shaking palsy). Por ello, en 1997 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que el 11 de abril se celebraría el Día mundial del Parkinson.
Los factores de riesgo principales para la enfermedad son según se ha estudiado hasta el momento, una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo. Este último factor de riesgo que es la edad, supone, cada vez más, un reto de salud pública, especialmente en las sociedades occidentales progresivamente envejecidas. No obstante, es una enfermedad extendida por todo el mundo y afecta tanto a hombres como mujeres, afectando entre un 1 - 2 % de la población sobre 60 años o de un 0,5 - 5 % de la población mayor de 65 años (ver imagen 1).
Se conoce como enfermedad de Parkinson por James Parkinson, el doctor que la describió por primera vez en 1817 en su trabajo Un ensayo sobre la parálisis agitante (An essay on the shaking palsy). Por ello, en 1997 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que el 11 de abril se celebraría el Día mundial del Parkinson.
Los factores de riesgo principales para la enfermedad son según se ha estudiado hasta el momento, una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo. Este último factor de riesgo que es la edad, supone, cada vez más, un reto de salud pública, especialmente en las sociedades occidentales progresivamente envejecidas. No obstante, es una enfermedad extendida por todo el mundo y afecta tanto a hombres como mujeres, afectando entre un 1 - 2 % de la población sobre 60 años o de un 0,5 - 5 % de la población mayor de 65 años (ver imagen 1).
Se conoce como enfermedad de Parkinson por James Parkinson, el doctor que la describió por primera vez en 1817 en su trabajo Un ensayo sobre la parálisis agitante (An essay on the shaking palsy). Por ello, en 1997 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que el 11 de abril se celebraría el Día mundial del Parkinson.
Los factores de riesgo principales para la enfermedad son según se ha estudiado hasta el momento, una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo. Este último factor de riesgo que es la edad, supone, cada vez más, un reto de salud pública, especialmente en las sociedades occidentales progresivamente envejecidas. No obstante, es una enfermedad extendida por todo el mundo y afecta tanto a hombres como mujeres, afectando entre un 1 - 2 % de la población sobre 60 años o de un 0,5 - 5 % de la población mayor de 65 años (ver imagen 1).
Imagen 1. Ref: https://www.canstockphoto.be/ziekte-parkinsons-19832402.html
Los síntomas más comunes de dicha
enfermedad son: la lentitud de movimientos (bradicinesia), el temblor en
reposo, rigidez muscular e inestabilidad postural.
Lo más habitual es encontrar a personas mayores, como ya hemos comentado, pero también hay personas menores de 50 años, con Parkinson, en estos casos se habla de enfermedad de Parkinson de inicio temprano (EPIT). Los síntomas motores y no motores van a ser distintos a los de la enfermedad de Parkinson que aparece en otras edades. De esta forma, las fluctuaciones motoras como, por ejemplo, las discinesias (movimientos involuntarios) o distonías (contracciones musculares que provocan posturas anormales) pueden aparecer antes en la EPIT, pero su progresión es más lenta, que en el Parkinson de una persona mayor. Las alteraciones cognitivas, como los problemas de memoria, son menos comunes y aparecen más tarde que en el Parkinson en la tercera edad, asociado a demencias y un deterioro cognitivo mayor. Además de desencadenar alteraciones como depresión, dolor, y alteraciones en la función del Sistema nervioso autónomo, en los dos tipos de Parkinson.
Quizá una de las mayores diferencias sea el impacto vital que supone el diagnóstico en una persona joven, afectando a sus relaciones familiares, de pareja, su vida profesional y social, así como sus expectativas y planes de futuro. No obstante, en la población mayor también podemos considerar las mismas afecciones, aunque con diferente impacto. El apoyo de todo el entorno, en cualquiera de los dos casos, e incluso especialistas tales como, psicólogos, logopedas, fisioterapeutas o terapia ocupacional pueden ayudar en el proceso.
Cuando el Parkinson se encuentra en un estado avanzado de la enfermedad, es decir, una vez pasados de 5 a 8 años desde el inicio del tratamiento y el diagnóstico de la enfermedad, gran parte de las personas desarrollan complicaciones motoras (fluctuaciones motoras, discinesias) y síntomas no motores (como trastornos del sueño o cognitivos) teniendo dificultades con la medicación. Estas complicaciones se deben probablemente al avance del proceso degenerativo de la propia enfermedad. No obstante, es muy variable, la mayoría de las personas alcanza esta etapa pasados 10 años de evolución de la enfermedad. En esta etapa el tratamiento farmacológico no tiene el efecto deseado y se van alternando periodos de buen y mal control de los síntomas, el llamado “efecto on-off”. Todo ello hace que aumente el nivel de dependencia en la persona, que sufre la enfermedad, con una disminución en su calidad de vida, así como la de su entorno.
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Quizá una de las mayores diferencias sea el impacto vital que supone el diagnóstico en una persona joven, afectando a sus relaciones familiares, de pareja, su vida profesional y social, así como sus expectativas y planes de futuro. No obstante, en la población mayor también podemos considerar las mismas afecciones, aunque con diferente impacto. El apoyo de todo el entorno, en cualquiera de los dos casos, e incluso especialistas tales como, psicólogos, logopedas, fisioterapeutas o terapia ocupacional pueden ayudar en el proceso.
Cuando el Parkinson se encuentra en un estado avanzado de la enfermedad, es decir, una vez pasados de 5 a 8 años desde el inicio del tratamiento y el diagnóstico de la enfermedad, gran parte de las personas desarrollan complicaciones motoras (fluctuaciones motoras, discinesias) y síntomas no motores (como trastornos del sueño o cognitivos) teniendo dificultades con la medicación. Estas complicaciones se deben probablemente al avance del proceso degenerativo de la propia enfermedad. No obstante, es muy variable, la mayoría de las personas alcanza esta etapa pasados 10 años de evolución de la enfermedad. En esta etapa el tratamiento farmacológico no tiene el efecto deseado y se van alternando periodos de buen y mal control de los síntomas, el llamado “efecto on-off”. Todo ello hace que aumente el nivel de dependencia en la persona, que sufre la enfermedad, con una disminución en su calidad de vida, así como la de su entorno.
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Articulo escrito por Ana María Morón Usero o Ammu
Gracias por leer, que la ciencia y la fuerza os acompañe
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