martes, 1 de octubre de 2024

Rol de los museos de ciencia y su relación con la divulgación científica (Historia de los Museos)

En el siguiente trabajo vamos a estudiar el rol de la divulgación científica en los museos. Concretamente hablaremos de los museos de ciencias, pero tendremos algunas referencias a los museos en general, ya que el conocimiento y su divulgación abarca a las ramas de la ciencia, historia y el arte en general en los museos.

Por un lado, tenemos que hablar de la divulgación científica un concepto que parece asociado solamente a la era digital, los youtubers o influencers entre otras figuras. No obstante, no es correcto, ya que ciertamente el desarrollo de internet pilló a los museos, como a casi todos, completamente desprevenidos. Pero si hay algo que han aprendido a hacer los museos es a adaptarse con el paso del tiempo [1].


Hoy en día, sabemos que el aprendizaje de las ciencias no es exclusivo, por tanto, de la escuela formal. Las opciones educativas informales, entre ellas, internet (mencionado anteriormente), tampoco son las únicas, ya que tenemos: las bibliotecas, parques temáticos, zoológicos, jardines botánicos y los museos de ciencias, que permiten acercar la ciencia a distintos públicos [2]. En efecto, todos ellos están relacionados con el desarrollo personal, la responsabilidad, la socialización y las actitudes positivas hacia la ciencia, que estimulen aprendizajes posteriores o incluso a crear vocaciones científicas [3].

No obstante, este reconocimiento de esa función de los museos es bastante reciente, ya que antes de la década de los ochenta, todavía se cuestionaba el efecto educativo de las exposiciones. Esto se debía a su educación informal, pero, desde los años 80 especialmente en España, se consideraron apoyos en la enseñanza de la ciencia, siendo espacios que promueven el aprendizaje de las ciencias naturales de maneras alternas o complementarias a la escolarizada [4].


En la actualidad, no parece cuestionada la función divulgativa de los ambientes educativos que tienen un impacto social como los museos [5], entre otras razones, por su contribución a la formación de una cultura científica en los ciudadanos [6]. Es por ello, por lo que, a partir de la transición de los museos de ciencias a museos interactivos de ciencia, como veremos en su historia un poco más adelante, se ha replanteado en los últimos el sentido de la comunicación de la ciencia, del modelo lineal a un modelo de interacción lúdica entre la exhibición y el visitante [7]. Aunque como también veremos, más adelante, se necesita en muchos casos o facilita el proceso tener un guía como mediador de dicho intercambio.
los gabinetes de curiosidades, un mundo mágico y misterioso
A pesar de que la concepción de los museos de ciencia es muy variada, (puede incluir colecciones, equipos manipulables por el público combinados con objetos, o la exhibición únicamente de equipos en los llamados centros de ciencia), suele estar presente en todos ellos el concepto de interactividad, que implica que al accionar los equipos expuestos, los visitantes puedan contrastar sus conocimientos previos del mundo y corroborarlos o modificarlos de acuerdo con la experiencia vivida en el museo [19]. Sin embargo, se ha visto que por óptimo que éste sea, el diseño de los equipos no siempre promueve experiencias interactivas. Es necesaria la intervención humana para ayudar a los visitantes a analizar algunos de sus conceptos previos, o bien para acercarles las explicaciones de los especialistas que se intentan comunicar mediante los equipos interactivos [20].
A lo largo del tiempo, la experiencia ha mostrado que la comunicación entre el objeto creado y exhibido y el visitante puede ser facilitada cuando un mediador conoce tanto los mensajes que el museo pretende transmitir con sus equipos, como las necesidades particulares de cada visitante. Para el caso de los museos de ciencias, se ha encontrado que un primer paso para establecer esta comunicación es lograr que el visitante se acerque a los objetos y equipos, y la forma más elemental de conseguirlo es mediante el uso de cierto tipo de preguntas, que deben ser perfectamente manejadas por un mediador que pretenda hacer de la visita un evento participativo y creativo [21].
Hay estudios que muestran un incremento en la potencialidad educativa del museo de ciencias cuando ocurre la mediación, esto es, cuando una persona facilita el acercamiento a los conceptos exhibidos, especialmente a través de la invitación a los visitantes a realizar actividades intelectualmente desafiantes [22] y sobre todo, cuando la mediación orienta la interacción hacia fines educativos particulares [23].
Por lo anterior es que se reconoce el papel del monitor o guía en el museo como el instrumento interactivo por excelencia y como potencial indudable para propiciar procesos de construcción de conocimiento [22]. De aquí que se le mira como un personaje cuya actuación ha mostrado ser fundamental en la traducción de los diferentes lenguajes adoptados en la aproximación público-exposición, público-contenido y público-museo.
El lenguaje humano de los museos en parte, radica en los guías que le ponen voz, y a su vez, la mediación posibilita que el museo rebase la interacción que ofrecen los equipos por sí mismos, o bien, que tengan más sentido las interacciones entre los visitantes y lo exhibido [24].

En efecto, la gran mayoría del conocimiento obtenido por el ser humano puede hallarse a golpe de clic en la actualidad, gracias a la existencia de Internet. No obstante, aunque nadie duda del valor que tienen los museos y sus exposiciones, se nos olvida que hay muchos estudios en cómo presentar la información, hacerla accesible (cosa que no siempre ocurre en internet), llevando un orden cronológico, y muchas otras cosas. Entre estas múltiples cosas, podríamos mencionar que en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid tiene un dinosaurio de la especie Tiranosaurus rex, pero no será comparable con ir allí y verlo, con tus ojos, sabiendo que nos puede sacar dos cabezas. Por eso, seguramente siguen siendo visitados los museos. Además, de su acceso gratis o a coste muy bajo, además, de por sus actividades y talleres organizados para niños o para todos los públicos.

La magia de entrar en un espacio físico, en este caso la sala de un museo, comenzar el recorrido de una exposición, nos sumerge en el contenido. Nos llena esa sensación de aventura, porque normalmente nadie ve el mapa que te dan al inicio, e incluso aunque lo sigas, tienes que vivir la aventura de descubrir lo que hay. Neurocientíficamente, esa curiosidad nos puede, aunque sepamos en parte lo que hemos ido a ver. Aun así, esa sensación de no saber del todo lo que vamos a encontrar puede resultarnos muy atrayente. Un museo es un lugar que tiene pensada la posición, las luces, el recorrido, el tamaño de lo que se nos muestra, el orden, los colores, las texturas, los sonidos o los silencios de las salas. Son sin duda, un arte digno de Spielberg. Generando en el visitante toda nuestra experiencia en el museo, llevándonos con nosotros el conocimiento de lo leído, escuchado y observado [1].

Podemos cerrar esta contextualización de la importancia de los museos en la divulgación científica con una frase de Francesc Uribe, exdirector del Museu de Zoologia de Barcelona, quien dijo “un museo ofrece una ambientación rebosante de rastros y pistas indicativas de la pasión humana por conocer y entender la naturaleza, y así es, pues el museo es el resultado final de esa “pasión” de nuestra especie por explorar nuestro mundo y, en último término, por coleccionar y clasificar lo que allí encontramos” [8].

Polémicas asociadas a los museos

La historia y el presente de los museos no está libre de polémicas. Cabe decir, que hay polémica con la recolección de especímenes durante siglos para museos y colecciones que algunos dicen que ha podido contribuir a la extinción de algunas especies. En respuesta, se publicó un artículo con 122 científicos de 67 instituciones de todo el mundo negando esta sugerencia y, añadían, que los muestreos se hacen con todas las precauciones [8]. No debemos olvidar que, según los cálculos más recientes (2021), todavía nos falta por descubrir el 86% de las especies que viven en nuestro planeta (en animales y plantas, imaginaos en bacterias u hongos) [8, 9].

Finalmente, este artículo mencionado reconoce que, actualmente, la identificación y taxonomía no son, a menudo, el objetivo principal de los investigadores de los museos [8]. También es cierto que son los especímenes recogidos con un método estandarizado y adecuadamente catalogados y conservados los que, con el tiempo, sirven para estudios innovadores. Estos estudios incluyen análisis de tipo genético, o conocer las relaciones de parentesco de especies extintas y actuales. En este respecto, Ricardo Moratelli, de la Fundación Oswaldo Cruz de Rio de Janeiro, afirma que “catalogar la vida del planeta es la principal tarea de los biólogos y, en concreto, de los taxónomos” [10, 11].

Los museos actualmente, y con el tiempo y los nuevos conceptos y métodos de investigación en biología, presentan las colecciones de los museos con nuevos enfoques. La lista es larga: sistemática, genómica, historia natural, ecología, distribución de enfermedades y plagas, ecotoxicología, distribución de especies, cambios en el tiempo, biodiversidad, extinciones locales y globales, especies invasoras, cambio climático y degradación ambiental, galaxias, cosmos, física básica, dinámica, entre otros muchos [8, 12, 13].

Otra polémica que rodea a los museos, y su mantenimiento, está en el coste que supone. El Museo de Zoología de Vertebrados de Berkeley, en California, fue defendido por Bradley y su grupo con su trabajo de ADN extraído de los ejemplares del roedor Neotoma para detectar la presencia y distribución en Texas. Calculo los gastos y los hizo públicos, para argumentar la necesidad de los museos. Por ejemplo, en su museo el comentaba que recolectar un ejemplar para el museo cuesta entre 41 y 74 dólares, según sea local, regional o internacional. Posteriormente, la llegada al museo y su catalogación y archivo están por los 17,50 dólares y el mantenimiento anual es de 0,25 dólares. No obstante, a veces los fondos a la investigación y a la ciencia, sabemos que no son los más abundantes, y dado que “los presupuestos disminuyen, los fondos y el interés por los museos y sus colecciones han caído en las últimas décadas”, según afirma Bradley, “además, está disminuyendo el interés de los jóvenes en trabajar en estos campos” [8]. Ambos temas, los podremos desarrollar más adelante.

Por tanto, cerrando esta introducción, que como mensaje principal tiene que decirnos que los museos son un canal más de comunicación de la ciencia. Quizás la clave está en que esa comunicación sea efectiva y si se está acercando o adaptando a la situación digital actual. Lo veremos ahora con más detalle en el marco teórico donde analizaremos la historia de los museos y su relación con la divulgación científica.

Marco teórico

Para enmarcar teóricamente este proyecto, hemos analizado el trabajo y los artículos que han analizado previamente la función que desempeñan los museos de ciencia en nuestra sociedad. Todo ello partiendo de la premisa de que son esencialmente un complemento al sistema educativo formal. Pero también son centro de motivación para animar a estudiar temas técnicos y científicos, así como, despertar las vocaciones científicas, puesta al día en temas técnicos y científicos, y alfabetización científica [12].

En primer lugar, hablemos de los museos. Posteriormente, definimos e introducimos la divulgación científica en los museos. Finalizando, que tiene de especial este proyecto o trabajo teórico bibliográfico que presentamos.

1.       Historia de los museos

La dividiremos en 4 partes a su vez: el origen, la transición a los museos, los primeros museos modernos y finalizaremos con la evolución de los museos hasta la interactividad.

1.1   El origen

El origen de los museos se dio con el nombre de “los cuartos de maravillas” o “gabinetes de curiosidades” estás salas o habitaciones se encontraban en las casas de los nobles y burgueses europeos de los siglos XVI, XVII y XVIII. Estas personas con poder económico se dedicaban a coleccionar y exponer objetos exóticos llegados de todos los rincones del mundo conocido. Llegando a coleccionar enciclopedias en exposición por los objetos que contenían. Por ello, son conocidos como los antecesores directos de los museos modernos, en particular de los museos de historia natural.

Las funciones de estas salas eran variadas. Además, de la función de presumir de sus bienes o colección, también permitían descubrir el mundo, incluido el distante en el tiempo y el espacio. Permitiendo así, comprenderlo mejor o confirmar creencias populares de la época (cuernos de unicornio, entre otros).​ Presentaban como buenos coleccionistas publicaciones de sus inventarios en forma de catálogos, generalmente ilustrados por muchas mujeres que se dedicaban al dibujo. Esto, permitió que se difundieran los contenidos a los científicos europeos, siendo de gran importancia en el desarrollo de la ciencia moderna [14, 15].

En realidad, la tradición de coleccionar cosas exóticas, también se hacía desde la época medieval. El problema, es que, entre saqueos y guerras, la mayoría se perdían. Además, el pensamiento social era diferente, ya que en la edad media la función de las colecciones era ensalzar el poder económico, aunque también religioso y mágico, de su poseedor. Aunque los gabinetes de curiosidades presentaban esto en parte, había en el renacimiento y pensamiento social de la época, la intención de sumergir al espectador en una especie de microcosmos que englobaba todo lo que se conocía hasta el momento. Al ser una especie de "enciclopedia" su principal propósito era reunir y difundir el conocimiento y el saber que se había logrado acumular hasta entonces. Eso sí, a un público exclusivo.  

Es más, los gabinetes de curiosidades se convirtieron en un puente entre lo natural y lo artificial. Había hasta una clasificación en cuatro categorías: 

·       Naturalia: parte que abarcaba diversos objetos naturales, tanto minerales como animales y vegetales. Ej: conchas y fósiles, etc.

·       Artificialia: parte que abarcaba obras de arte, antigüedades y todo tipo de artefactos fabricados o modificados por el hombre. Ej: un cuadro, una figurita, una escultura romana, etc.

·       Exótica: parte que abarcaba a plantas, animales, piedras y demás especímenes exóticos. Algunos de ellos, como las plantas estaban en modo prensado como los herbarios actuales, que surgieron paralelamente a este movimiento.

·       Scientifica: parte que agrupaba los instrumentos científicos, autómatas o dispositivos ópticos. Ej: zograscopios, un dispositivo óptico que sirve para mejorar la sensación de percepción de profundidad obtenida a partir de una imagen plana.

Estos son solo algunos de los ejemplos, de cómo fue un movimiento social, nuevamente cabe destacar, que era solo para este público concreto. Los aldeanos y campesinos no podían acceder a este conocimiento científico (pues no se les consideraba dignos o capaces de entenderlo) y eran analfabetos [16].

1.2 La transición a los museos

Theatrum Mundi, así se llamaba el gabinete de curiosidades de Athanasius Kircher siendo el precedente de colecciones científicas que vendrían después. En su gabinete se enriqueció con artículos de gran valor etnoantropológico y de lo más variados: objetos arqueológicos, mapas topográficos, instrumentos musicales e incluso una colección de conchas, máquinas, autómatas, etc. Incluso se podían ver diversos experimentos del propio Kircher en: óptica, química, magnetismo o acústica. Cabe destacar, que este gabinete de Kircher trazó una unión con el pueblo llano (analfabeto) y los eruditos (los que estaban capacitados para ese conocimiento, según la época).

La colección del archiduque Fernando II fue una de las más interesantes, ya que en torno al Ferdinandeum (actual Museo Estatal del Tirol), Fernando formó una de las bibliotecas más importantes de su época. En esta biblioteca almacenó 4.000 libros encuadernados en piel, además de una impresionante colección de objetos, dividida en dieciséis grandes armarios que se guardaba en cajas ordenadas por colores según su contenido [16].

1.3 Los primeros museos modernos

Tendríamos que esperar hasta los siglos XVIII y XIX, que comenzaron las transiciones y transformaciones antes mencionadas, y más cercanas a los museos actuales. No obstante, entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX muchos de estos gabinetes de curiosidades se convirtieron en museos. Un ejemplo de esta conversión fue el Real Gabinete de Historia Natural en Madrid, convertido en 1818 en el Real Museo de Ciencias Naturales, actualmente llamado Museo Nacional de Ciencias Naturales (pues es gestionado por el Estado y no por el monarca). Asimismo, el gabinete de curiosidades del financiero y coleccionista francés Joseph Bonnier de la Mosson, comenzó con su colección donada el Museo Nacional de Historia Natural de Francia, en París. Así, estas nuevas instituciones públicas, que hoy conocemos como los museos, marcaron el inicio de la democratización del conocimiento [16], siendo ahora si accesible para todo el público.

1.4 Evolución de los museos

Los museos evolucionaron con la sociedad, descubriendo la teoría de la evolución con C. Darwin y A. Wallace; descubriendo la neurona con S. Ramón y Cajal; o descubriendo la teoría endosimbiótica con L. Margulis.

La era digital, ha llegado a los museos también. Por ello, desde la década de los 80 del siglo XX, se han convertido cada vez más en lugares que además de museos expositores, son interactivos. Esto comenzó, con la aparición del modelo de museo de ciencia interactivo en el Exploratorium de San Francisco, California, en 1969. A raíz de este, cambió el concepto de museo y se replantearon la manera de exhibir conceptos científicos, con la intención de facilitar su aprendizaje en los museos de todo el mundo [17].

A partir de la década de los noventa se reconoce que, si bien el museo tiene una función educativa, ésta se aleja de la visión escolarizada. Al evento educativo que ocurre en el museo se le describe como aprendizaje informal, es de naturaleza personal y depende del contexto [18]. Por tanto, para que ocurra es necesario que los museos adecuen su discurso a la gran diversidad de visitantes que acuden a los mismos.

Bibliografía

1.       Los museos como herramienta de comunicación. (21 de enero 2016). Cuaderno Cultura Científica. Fronteras. URL: https://culturacientifica.com/2016/01/21/10946/

2.       Camareno Izquierdo, Carmen; Garrido-Samaniego, María José y Silva-García, Rebeca. 2009. “Generating emotions through cultural activities in museums”. International Review on Public and non Profit Marketing. 6(2 october), p. 151-165.

3.       Vázquez, Alonso Ángel y Manassero, María Antonieta. 2008. “Las actividades extraescolares relacionadas con la ciencia y la tecnología”. Revista Electrónica de Investigación educativa. 9(1), 1-22.

4.       Griffin, Janette and Symington, David. “Moving from task-oriented to learning-oriented strategies on school excursions to museums”. Science Education,1997, 81, p. 763-779.

5.       Guiasola, Jenaro y Morentin, Maite. 2005. “Museos de ciencias y aprendizaje de las ciencias, una relación compleja”. Alamabique. Número 43. p. 58-66.

6.       Sánchez Mora, María del Carmen. 2007. “Diversos enfoques as visitas guiadas nos museus de ciência”. Diálogos & ciência: mediacao em museus e centros de ciência. Rio de Janeiro: Museu da Vida/Casa de Oswaldo Cruz/Fiocruz. p. 21-27.

7.       Dujovne, Marta. 1996. “Algunas notas de lectura”. En: ALDEROQUI, Silvia. (compiladora). Museos y escuelas: socios para educar. Barcelona: Paidós. p. 22-36.

8.       Bradley, R.D., L.C. Bradley, H.J. Garner & R.J. Baker. 2014. Assessing the value of natural history collections and addressing issues regardding long-term growth and care. BioScience 64: 1150-1158.

9.       Casas-Marcé, M-. E. Revilla, M. Fernandes, A. Rodríguez, M. Delibes & J.A. Godoy. 2012. The value of hidden scientific resources: Preserved animal specimens from private collections and small museums. BioScience 62: 1077-1082.

10.   Moratelli, R. 2014. Wildlife biologists are on the right track: A mammalogist’s view of specimen collection. Zoologia 31: 413-417.

11.   Rocha, L.A. et al. 2014. Specimen collection: An essential tool. Science 344: 814-815.

12.   Rocque, D.A. & K. Winker. 2005. Use of bird collections in contaminant and stable-isotope studies. The Auk 122: 990-994.

13.   Winker, K. 2005. Bird collections: Development and use of a scientific resource. The Auk 122: 966-971

14.   Paolo Frambotto, 1556. Moscardo, Lodovico : Note overo Memorie del Museo di Lodovico Moscardo. París, Muséum national d'histoire naturelle : FHNV.

15.   Antonie Schnapper. 1988. Le géant, la licorne, la tulipe: Collections françaises au XVIIe siècle. París, Flammarion.

16.   J. M. Sadurní. 20 de abril de 2023. Precursores de los museos: Los gabinetes de curiosidades un mundo mágico y misterioso. Revista National Geographic Historia. URL: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/los-gabinetes-de-curiosidades-un-mundo-magico-y-misterioso_19438

17.   Zana, Brigitte. 2005. “History of the museums, the mediators and scientific education”. Journal of Science Communication. 4(4), p. 1-6.

18.   Sánchez-Mora, María del Carmen. 2007. “La función educativa de los museos de ciencia”. En Rico, Luisa; Sánchez-Mora, María del Carmen; Tagüeña, Julia y Tonda, Juan (coordinadores). Museología de la Ciencia: 15 años de experiencia. México, D.F.: Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM. p. 97-128.

19.   Sánchez-Mora, María del Carmen. 2011. “Los museos y la cultura científica: una aproximación a través del recuerdo de las exhibiciones museográficas”. Revista Museologia e Patrimônio. 4(1), p. 3-27.

20.   Sánchez-Mora, María del Carmen. 2013. “La relación Museo-Escuela: tres décadas de investigación educativa”. En: AGUIRRE, Claudia. (Ed.) El Museo y la Escuela, conversaciones de complemento. Medellín. Colombia: Sello Explora-Parque Explora. p. 9-23.

21.   Rogoff, Barbara. 1997. “Los tres planos de la actividad sociocultural: apropiación participativa, participación guiada y aprendizaje”. En WERTSCH, James; Del Río, Pablo y Álvarez, Amelia (eds.). La mente sociocultural. Aproximaciones teóricas y aplicadas. Madrid: Fundación infancia y aprendizaje. p. 118-128.

22.   Pavao, Antonio Carlos y Leitao, Angela. 2007. “Hand-on? Minds-on? Hearts-on? Social-on? Explainers-on!” En: MASSARANI, Luisa; Rodari, Paola y Merzagora, Mateo (eds.). Diálogos & ciência: mediacao em museus e centros de ciência. Rio de Janeiro: Museu da Vida/Casa de Oswaldo Cruz/Fiocruz. 39-46.

23.   Moraes, Roque et al. 2007. “Mediacao em museus e centros de ciências: O caso do museu de ciência e Tecnologia da PUCRS (2007)”. En: MASSARANI, Luisa; Rodari, Paola y Merzagora, Mateo (eds.). Diálogos & ciência: mediacao em museus e centros de ciência. Rio de Janeiro: Museu da Vida/Casa de Oswaldo Cruz/Fiocruz. p. 55-66.

24.   Ribeiro, Maria das Gracas. 2007. “Medicao -a linguagem humana dos museus”. En: MASSARANI, Luisa; Rodari, Paola y Merzagora, Mateo (eds.). Diálogos & ciência: mediacao em museus e centros de ciência. Rio de Janeiro: Museu da Vida/Casa de Oswaldo Cruz/Fiocruz. p. 67-74.

En el mes que viene os cuento el apartado de la divulgación científica, dentro de la investigación que hice para el trabajo fin de máster de divulgación científica y gestión del conocimiento cultural de Microbacterium.

Que la ciencia y la fuerza os acompañe

Ammu

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