En el siguiente trabajo vamos a estudiar el rol de la divulgación científica en los museos. Concretamente hablaremos de los museos de ciencias, pero tendremos algunas referencias a los museos en general, ya que el conocimiento y su divulgación abarca a las ramas de la ciencia, historia y el arte en general en los museos.
Por un lado, tenemos que hablar
de la divulgación científica un concepto que parece asociado solamente a
la era digital, los youtubers o influencers entre otras figuras.
No obstante, no es correcto, ya que ciertamente el desarrollo de internet pilló
a los museos, como a casi todos, completamente desprevenidos. Pero si hay algo
que han aprendido a hacer los museos es a adaptarse con el paso del tiempo [1].
Hoy en día, sabemos que el
aprendizaje de las ciencias no es exclusivo, por tanto, de la escuela formal.
Las opciones educativas informales, entre ellas, internet (mencionado
anteriormente), tampoco son las únicas, ya que tenemos: las bibliotecas, parques
temáticos, zoológicos, jardines botánicos y los museos de ciencias, que
permiten acercar la ciencia a distintos públicos [2]. En efecto, todos ellos
están relacionados con el desarrollo personal, la responsabilidad, la
socialización y las actitudes positivas hacia la ciencia, que estimulen
aprendizajes posteriores o incluso a crear vocaciones científicas [3].
No obstante, este reconocimiento
de esa función de los museos es bastante reciente, ya que antes de la década de
los ochenta, todavía se cuestionaba el efecto educativo de las exposiciones.
Esto se debía a su educación informal, pero, desde los años 80 especialmente en
España, se consideraron apoyos en la enseñanza de la ciencia, siendo espacios
que promueven el aprendizaje de las ciencias naturales de maneras alternas o
complementarias a la escolarizada [4].
En la actualidad, no parece cuestionada la función divulgativa de los ambientes
educativos que tienen un impacto social como los museos [5], entre otras
razones, por su contribución a la formación de una cultura científica en los
ciudadanos [6]. Es por ello, por lo que, a partir de la transición de los
museos de ciencias a museos interactivos de ciencia, como veremos en su
historia un poco más adelante, se ha replanteado en los últimos el sentido de
la comunicación de la ciencia, del modelo lineal a un modelo de interacción
lúdica entre la exhibición y el visitante [7]. Aunque como también veremos, más
adelante, se necesita en muchos casos o facilita el proceso tener un guía como
mediador de dicho intercambio.
los
gabinetes de curiosidades, un mundo mágico y misterioso
A pesar de que la concepción de los museos de ciencia es muy variada, (puede
incluir colecciones, equipos manipulables por el público combinados con
objetos, o la exhibición únicamente de equipos en los llamados centros de
ciencia), suele estar presente en todos ellos el concepto de interactividad,
que implica que al accionar los equipos expuestos, los visitantes puedan
contrastar sus conocimientos previos del mundo y corroborarlos o modificarlos
de acuerdo con la experiencia vivida en el museo [19]. Sin embargo, se ha visto
que por óptimo que éste sea, el diseño de los equipos no siempre promueve
experiencias interactivas. Es necesaria la intervención humana para ayudar a
los visitantes a analizar algunos de sus conceptos previos, o bien para
acercarles las explicaciones de los especialistas que se intentan comunicar
mediante los equipos interactivos [20].
A lo largo del
tiempo, la experiencia ha mostrado que la comunicación entre el objeto creado y
exhibido y el visitante puede ser facilitada cuando un mediador conoce
tanto los mensajes que el museo pretende transmitir con sus equipos, como las
necesidades particulares de cada visitante. Para el caso de los museos de
ciencias, se ha encontrado que un primer paso para establecer esta comunicación
es lograr que el visitante se acerque a los objetos y equipos, y la forma más
elemental de conseguirlo es mediante el uso de cierto tipo de preguntas, que
deben ser perfectamente manejadas por un mediador que pretenda hacer de la
visita un evento participativo y creativo [21].
Hay estudios que muestran un incremento en la potencialidad educativa del museo
de ciencias cuando ocurre la mediación, esto es, cuando una persona facilita el
acercamiento a los conceptos exhibidos, especialmente a través de la invitación
a los visitantes a realizar actividades intelectualmente desafiantes [22] y
sobre todo, cuando la mediación orienta la interacción hacia fines educativos
particulares [23].
Por lo anterior es que se reconoce el papel del monitor o guía en el museo como
el instrumento interactivo por excelencia y como potencial indudable para
propiciar procesos de construcción de conocimiento [22]. De aquí que se le mira
como un personaje cuya actuación ha mostrado ser fundamental en la traducción
de los diferentes lenguajes adoptados en la aproximación público-exposición,
público-contenido y público-museo.
El lenguaje humano de los museos en parte, radica en los guías que le ponen
voz, y a su vez, la mediación posibilita que el museo rebase la interacción que
ofrecen los equipos por sí mismos, o bien, que tengan más sentido las
interacciones entre los visitantes y lo exhibido [24].
En efecto, la gran mayoría del
conocimiento obtenido por el ser humano puede hallarse a golpe de clic en la
actualidad, gracias a la existencia de Internet. No obstante, aunque nadie duda
del valor que tienen los museos y sus exposiciones, se nos olvida que hay
muchos estudios en cómo presentar la información, hacerla accesible (cosa que
no siempre ocurre en internet), llevando un orden cronológico, y muchas otras
cosas. Entre estas múltiples cosas, podríamos mencionar que en el Museo de
Ciencias Naturales de Madrid tiene un dinosaurio de la especie Tiranosaurus
rex, pero no será comparable con ir allí y verlo, con tus ojos, sabiendo
que nos puede sacar dos cabezas. Por eso, seguramente siguen siendo visitados
los museos. Además, de su acceso gratis o a coste muy bajo, además, de por sus
actividades y talleres organizados para niños o para todos los públicos.
La magia de entrar en un espacio
físico, en este caso la sala de un museo, comenzar el recorrido de una
exposición, nos sumerge en el contenido. Nos llena esa sensación de aventura,
porque normalmente nadie ve el mapa que te dan al inicio, e incluso aunque lo
sigas, tienes que vivir la aventura de descubrir lo que hay.
Neurocientíficamente, esa curiosidad nos puede, aunque sepamos en parte lo que
hemos ido a ver. Aun así, esa sensación de no saber del todo lo que vamos a
encontrar puede resultarnos muy atrayente. Un museo es un lugar que tiene
pensada la posición, las luces, el recorrido, el tamaño de lo que se nos
muestra, el orden, los colores, las texturas, los sonidos o los silencios de
las salas. Son sin duda, un arte digno de Spielberg. Generando en el visitante
toda nuestra experiencia en el museo, llevándonos con nosotros el conocimiento
de lo leído, escuchado y observado [1].
Podemos cerrar esta
contextualización de la importancia de los museos en la divulgación científica
con una frase de Francesc Uribe, exdirector del Museu de Zoologia de
Barcelona, quien dijo “un museo ofrece una ambientación rebosante de rastros y
pistas indicativas de la pasión humana por conocer y entender la naturaleza, y
así es, pues el museo es el resultado final de esa “pasión” de nuestra especie
por explorar nuestro mundo y, en último término, por coleccionar y clasificar
lo que allí encontramos” [8].
Polémicas asociadas a los
museos
La historia y el presente de los
museos no está libre de polémicas. Cabe decir, que hay polémica con la
recolección de especímenes durante siglos para museos y colecciones que algunos
dicen que ha podido contribuir a la extinción de algunas especies. En
respuesta, se publicó un artículo con 122 científicos de 67 instituciones de
todo el mundo negando esta sugerencia y, añadían, que los muestreos se hacen
con todas las precauciones [8]. No debemos olvidar que, según los cálculos más
recientes (2021), todavía nos falta por descubrir el 86% de las especies que
viven en nuestro planeta (en animales y plantas, imaginaos en bacterias u
hongos) [8, 9].
Finalmente, este artículo
mencionado reconoce que, actualmente, la identificación y taxonomía no son, a
menudo, el objetivo principal de los investigadores de los museos [8]. También
es cierto que son los especímenes recogidos con un método estandarizado y
adecuadamente catalogados y conservados los que, con el tiempo, sirven para
estudios innovadores. Estos estudios incluyen análisis de tipo genético, o
conocer las relaciones de parentesco de especies extintas y actuales. En este
respecto, Ricardo Moratelli, de la Fundación Oswaldo Cruz de Rio de Janeiro,
afirma que “catalogar la vida del planeta es la principal tarea de los biólogos
y, en concreto, de los taxónomos” [10, 11].
Los museos actualmente, y con el
tiempo y los nuevos conceptos y métodos de investigación en biología, presentan
las colecciones de los museos con nuevos enfoques. La lista es larga:
sistemática, genómica, historia natural, ecología, distribución de enfermedades
y plagas, ecotoxicología, distribución de especies, cambios en el tiempo,
biodiversidad, extinciones locales y globales, especies invasoras, cambio
climático y degradación ambiental, galaxias, cosmos, física básica, dinámica,
entre otros muchos [8, 12, 13].
Otra polémica que rodea a los
museos, y su mantenimiento, está en el coste que supone. El Museo de
Zoología de Vertebrados de Berkeley, en California, fue defendido por Bradley y
su grupo con su trabajo de ADN extraído de los ejemplares del roedor Neotoma
para detectar la presencia y distribución en Texas. Calculo los gastos y los
hizo públicos, para argumentar la necesidad de los museos. Por ejemplo, en su
museo el comentaba que recolectar un ejemplar para el museo cuesta entre 41 y
74 dólares, según sea local, regional o internacional. Posteriormente, la
llegada al museo y su catalogación y archivo están por los 17,50 dólares y el
mantenimiento anual es de 0,25 dólares. No obstante, a veces los fondos a la
investigación y a la ciencia, sabemos que no son los más abundantes, y dado que
“los presupuestos disminuyen, los fondos y el interés por los museos y sus
colecciones han caído en las últimas décadas”, según afirma Bradley, “además,
está disminuyendo el interés de los jóvenes en trabajar en estos campos” [8].
Ambos temas, los podremos desarrollar más adelante.
Por tanto, cerrando esta
introducción, que como mensaje principal tiene que decirnos que los museos son
un canal más de comunicación de la ciencia. Quizás la clave está en que esa
comunicación sea efectiva y si se está acercando o adaptando a la situación
digital actual. Lo veremos ahora con más detalle en el marco teórico donde
analizaremos la historia de los museos y su relación con la divulgación
científica.
Marco teórico
Para enmarcar teóricamente este
proyecto, hemos analizado el trabajo y los artículos que han analizado
previamente la función que desempeñan los museos de ciencia en nuestra
sociedad. Todo ello partiendo de la premisa de que son esencialmente un
complemento al sistema educativo formal. Pero también son centro de motivación
para animar a estudiar temas técnicos y científicos, así como, despertar las
vocaciones científicas, puesta al día en temas técnicos y científicos, y
alfabetización científica [12].
En primer lugar, hablemos de los
museos. Posteriormente, definimos e introducimos la divulgación científica en
los museos. Finalizando, que tiene de especial este proyecto o trabajo teórico
bibliográfico que presentamos.
1.
Historia de los museos
La dividiremos en 4 partes a su
vez: el origen, la transición a los museos, los primeros museos modernos y
finalizaremos con la evolución de los museos hasta la interactividad.
1.1 El
origen
El origen de los museos se dio
con el nombre de “los cuartos de maravillas” o “gabinetes de
curiosidades” estás salas o habitaciones se encontraban en las casas de los nobles y burgueses europeos de
los siglos XVI, XVII y XVIII. Estas personas con poder económico se
dedicaban a coleccionar y exponer objetos exóticos llegados de todos los
rincones del mundo conocido. Llegando a coleccionar enciclopedias en exposición
por los objetos que contenían. Por ello, son conocidos como los antecesores
directos de los museos modernos, en particular de los museos de historia natural.
Las funciones de estas salas eran
variadas. Además, de la función de presumir de sus bienes o colección, también
permitían descubrir el mundo, incluido el distante en el tiempo y el espacio.
Permitiendo así, comprenderlo mejor o confirmar creencias populares de la época
(cuernos de unicornio, entre otros). Presentaban como buenos coleccionistas
publicaciones de sus inventarios en forma de catálogos, generalmente ilustrados
por muchas mujeres que se dedicaban al dibujo. Esto, permitió que se
difundieran los contenidos a los científicos europeos, siendo de gran
importancia en el desarrollo de la ciencia moderna [14, 15].
En realidad,
la tradición de coleccionar cosas exóticas, también se hacía desde la época
medieval. El problema, es que, entre saqueos y guerras, la mayoría se perdían.
Además, el pensamiento social era diferente, ya que en la edad media la función
de las colecciones era ensalzar el poder económico, aunque también religioso y
mágico, de su poseedor. Aunque los gabinetes de curiosidades presentaban esto
en parte, había en el renacimiento y pensamiento social de la época, la
intención de sumergir al espectador en una especie de microcosmos que englobaba
todo lo que se conocía hasta el momento. Al ser una especie de
"enciclopedia" su principal propósito era reunir y
difundir el conocimiento y el saber que se había logrado acumular
hasta entonces. Eso sí, a un público exclusivo.
Es más, los
gabinetes de curiosidades se convirtieron en un puente entre lo natural y lo
artificial. Había hasta una clasificación en cuatro categorías:
·
Naturalia: parte que abarcaba diversos objetos naturales,
tanto minerales como animales y vegetales. Ej: conchas y fósiles, etc.
·
Artificialia: parte que abarcaba obras de arte, antigüedades y
todo tipo de artefactos fabricados o modificados por el hombre. Ej: un cuadro,
una figurita, una escultura romana, etc.
·
Exótica: parte que abarcaba a plantas, animales, piedras y
demás especímenes exóticos. Algunos de ellos, como las plantas estaban en modo
prensado como los herbarios actuales, que surgieron paralelamente a este
movimiento.
·
Scientifica: parte que agrupaba los instrumentos
científicos, autómatas o dispositivos ópticos. Ej: zograscopios, un
dispositivo óptico que sirve para mejorar la sensación de percepción de
profundidad obtenida a partir de una imagen plana.
Estos son solo
algunos de los ejemplos, de cómo fue un movimiento social, nuevamente cabe
destacar, que era solo para este público concreto. Los aldeanos y campesinos no
podían acceder a este conocimiento científico (pues no se les consideraba
dignos o capaces de entenderlo) y eran analfabetos [16].
1.2 La transición a los museos
Theatrum Mundi, así se
llamaba el gabinete de curiosidades de Athanasius Kircher siendo el
precedente de colecciones científicas que vendrían después. En su
gabinete se enriqueció con artículos de gran valor etnoantropológico y de
lo más variados: objetos arqueológicos, mapas topográficos, instrumentos
musicales e incluso una colección de conchas, máquinas, autómatas, etc. Incluso
se podían ver diversos experimentos del propio Kircher en: óptica, química,
magnetismo o acústica. Cabe destacar, que este gabinete de Kircher
trazó una unión con el pueblo llano (analfabeto) y los
eruditos (los que estaban capacitados para ese conocimiento, según la época).
La colección
del archiduque Fernando II fue una de las más interesantes, ya que en torno al
Ferdinandeum (actual Museo Estatal del Tirol), Fernando formó una de las
bibliotecas más importantes de su época. En esta biblioteca almacenó 4.000
libros encuadernados en piel, además de una impresionante colección de
objetos, dividida en dieciséis grandes armarios que se guardaba en cajas
ordenadas por colores según su contenido [16].
1.3 Los primeros museos modernos
Tendríamos que
esperar hasta los siglos XVIII y XIX, que comenzaron las transiciones y
transformaciones antes mencionadas, y más cercanas a los museos actuales. No
obstante, entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX muchos de
estos gabinetes de curiosidades se convirtieron en museos. Un
ejemplo de esta conversión fue el Real Gabinete de Historia Natural en
Madrid, convertido en 1818 en el Real Museo de Ciencias Naturales, actualmente
llamado Museo Nacional de Ciencias Naturales (pues es gestionado por el
Estado y no por el monarca). Asimismo, el gabinete de curiosidades del
financiero y coleccionista francés Joseph Bonnier de la Mosson, comenzó con su
colección donada el Museo Nacional de Historia Natural de Francia, en París.
Así, estas nuevas instituciones públicas, que hoy conocemos como los
museos, marcaron el inicio de la democratización del conocimiento [16],
siendo ahora si accesible para todo el público.
1.4 Evolución de los museos
Los museos
evolucionaron con la sociedad, descubriendo la teoría de la evolución con C.
Darwin y A. Wallace; descubriendo la neurona con S. Ramón y Cajal; o
descubriendo la teoría endosimbiótica con L. Margulis.
La era digital, ha llegado a los
museos también. Por ello, desde la década de los 80 del siglo XX, se han
convertido cada vez más en lugares que además de museos expositores, son
interactivos. Esto comenzó, con la aparición del modelo de museo de ciencia
interactivo en el Exploratorium de
San Francisco, California, en 1969. A raíz de este, cambió el concepto de museo
y se replantearon la manera de exhibir conceptos científicos, con la intención
de facilitar su aprendizaje en los museos de todo el mundo [17].
A partir de la década de los
noventa se reconoce que, si bien el museo tiene una función educativa, ésta se
aleja de la visión escolarizada. Al evento educativo que ocurre en el museo se
le describe como aprendizaje informal, es de naturaleza personal y depende del
contexto [18]. Por tanto, para que ocurra es necesario que los museos adecuen
su discurso a la gran diversidad de visitantes que acuden a los mismos.
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24.
Ribeiro, Maria das Gracas. 2007. “Medicao -a
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Mateo (eds.). Diálogos & ciência: mediacao em museus e centros de
ciência. Rio de Janeiro: Museu da Vida/Casa de Oswaldo Cruz/Fiocruz. p.
67-74.
En el mes que viene os cuento el apartado de la divulgación científica, dentro de la investigación que hice para el trabajo fin de máster de divulgación científica y gestión del conocimiento cultural de Microbacterium.
Que la ciencia y la fuerza os acompañe
Ammu
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