Severo Ochoa de Albornoz (Luarca, Asturias, 24 de septiembre de 1905-Madrid, 1 de noviembre de 1993) fue un médico y científico español, nacionalizado estadounidense en 1956, de renombre internacional. En 1959 fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, junto al estadounidense Arthur Kornberg.
Sus padres
fueron Severo Manuel Ochoa, abogado, y Carmen de Albornoz (hermana del político
y, posteriormente, presidente del Gobierno de España en el
exilio, Álvaro de Albornoz). Tras la muerte de su padre en 1912, su madre
y él se trasladaron a vivir a Málaga, donde Ochoa terminó sus estudios de
primaria y realizó el bachillerato.
Pronto
desarrolló interés por la biología, y se centró en el estudio
del metabolismo energético, con especial atención a
las moléculas fosforiladas.
Severo Ochoa investigador:
Negrín propuso
a Ochoa y otro estudiante, José Valdecasas, trabajar en un método para
aislar la creatinina presente en la orina. Los dos estudiantes
lograron su objetivo y también desarrollaron un método para medir pequeñas
cantidades de creatinina muscular. Ochoa pasó el verano de 1927
en Glasgow, trabajando con el doctor Noel Paton en el
metabolismo de la creatinina y mejorando su nivel de inglés. Durante este
periodo, mejoró el citado método y al regresar a España escribió junto a
Valdecasas un artículo científico describiendo su trabajo en el Journal
of Biological Chemistry, que fue rápidamente aceptado, iniciando de esa
manera su carrera en investigación en bioquímica.6
Terminó su
licenciatura en medicina en 1928 y decidió seguir dedicándose a la investigación.
Gracias a su publicación acerca de la creatinina, en 1929 consiguió una
invitación para unirse al laboratorio de Otto Meyerhof en el
instituto de biología Kaiser Wilhelm (hoy Instituto Max
Planck) en Berlín. En aquella época, el instituto era una importante cuna
de la bioquímica, por lo que tuvo la oportunidad de conocer y trabajar con
científicos como Otto Heinrich Warburg, Carl Neuberg, Einar
Lundsgaard, y Fritz Lipmann, además del propio Meyerhof, que había
recibido el premio Nobel de Medicina en 1922.
En 1930
regresó a Madrid a terminar su tesis doctoral, que defendió ese mismo año.
En 1931 se casó con Carmen García Cobián y fue nombrado profesor ayudante
de Juan Negrín, su
principal apoyo ante la Junta de Ampliación de Estudios para que completara su
formación posdoctoral. Viajó al London National Institute for Medical
Research, donde trabajó con sir Henry Dale en el
estudio de la vitamina B1, de la enzima glioxalasa. Estas investigaciones fueron el comienzo del importante interés
en el estudio de las enzimas que Ochoa tuvo a lo largo de su vida, y supuso una
revolución en el estudio del metabolismo intermediario.
En
septiembre de 1936, el matrimonio Ochoa salió de la España en
guerra camino de Alemania. En 1936, el laboratorio de Meyerhof se había
convertido en una de las instalaciones bioquímicas más importantes del mundo,
centrada en procesos como la glucólisis y la fermentación. En lugar de estudiar
la "contracción" de los músculos, el laboratorio ahora estaba
purificando y caracterizando las enzimas involucradas en la acción muscular y
las involucradas en la fermentación de la levadura. Severo Ochoa ocupó muchos
puestos y trabajó con muchas personas hasta 1938. Por ejemplo, Otto Meyerhof lo
nombró asistente de investigación invitado en el Instituto Kaiser Wilhelm de
Investigación Médica en Heidelberg durante un año. En 1938 se trasladó a
Estados Unidos, donde en 1940 se afincó definitivamente. En 1941 Ochoa
consiguió trabajo en la Universidad de Washington en San Luis y en 1945 en
la Universidad de Nueva York. Se dedicó a realizar investigaciones
sobre farmacología y bioquímica que le valieron la medalla
Bewberg en 1951.
En 1954,
prosiguiendo con sus trabajos sobre la fosforilación oxidativa, descubrió una
enzima, la polinucleótida fosforilasa, capaz de sintetizar ARN in vitro a partir de ribonucleosidodifosfatos.
En 1955
publicó en el Journal of the American Chemical Society, junto con
la bioquímica francorrusa Marianne
Grunberg-Manago, el aislamiento de
una enzima del colibacilo que cataliza la síntesis de ARN, el intermediario
entre el ADN y las proteínas. Los
descubridores llamaron «polinucleótido-fosforilasa» a la enzima, conocida luego
como PNPasa, tratándose de una polirribonucleótido nucleotidil-transferasa. El
descubrimiento de la polinucleótido fosforilasa dio lugar a la preparación de
polinucleótidos sintéticos de distinta composición de bases con los que el
grupo de Severo Ochoa, en paralelo con el grupo de Marshall Nirenberg, llegaron al desciframiento de la clave genética.
El
matrimonio Ochoa se nacionalizó estadounidense en 1956,2 renunciando a la
nacionalidad española, que no quiso recuperar ni siquiera tras el final de
la dictadura.1 Ese mismo año, el
estadounidense Arthur Kornberg,
discípulo de Ochoa, demostró que el ADN se sintetiza igualmente mediante su
polimerasa. Ambos compartieron el Premio
Nobel de Fisiología o Medicina en
1959 por sus respectivos hallazgos.
Desempeñó
un papel importante en la creación de la Sociedad Española de Bioquímica —hoy
denominada Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular— en 1963,
junto con el impulsor de dicha Sociedad, el bioquímico Alberto Sols,
fundador y primer presidente. A partir de 1964 se adentró, por una parte, en
los mecanismos de replicación de los virus que tienen ARN como material
genético, describiendo las etapas fundamentales del proceso, y, por otra parte,
en los mecanismos de síntesis de proteínas, con especial atención al proceso de
iniciación, tanto en organismos procarióticos como en eucarióticos, siendo
pionero en el descubrimiento de los factores de iniciación de la traducción.
España quiso recuperar su magisterio, y al efecto en 1971 se creó para él en
Madrid el Centro de
Biología Molecular Severo Ochoa, trabajo
con la doctorada Margarita Salas (ver en redes sociales que hablamos ya de
ella). En 1974 se trasladó como investigador distinguido al Instituto Roche de
Biología Molecular en Nueva Jersey. Se jubiló en la Universidad de Nueva
York en 1975.
En 1967 fue
nombrado doctor honoris causa por
la Universidad de Oviedo, y en 1969 recibió el I Premio Lección
Conmemorativa Jiménez Díaz, que desde entonces entrega anualmente la Fundación
Conchita Rábago de Jiménez Díaz.
Desde 1977
compartía sus actividades en el Instituto Roche de Biología Molecular en Nueva
Jersey con sus frecuentes estancias en el Centro de Biología Molecular Severo
Ochoa en Madrid, Centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas y de la Universidad Autónoma de Madrid, cuya creación
había promovido.
En 1985
volvió definitivamente a España a trabajar en el Centro de
Biología Molecular Severo Ochoa, del que
era director honorario. En 1987 ingresó en la Real Academia Nacional de
Medicina de España, y fue nombrado presidente de la Fundación Jiménez
Díaz. Publicó su último trabajo científico en 1986, con ochenta y un años de
edad.
Murió el 1
de noviembre de 1993 y fue enterrado en el cementerio de Luarca, su
pueblo natal, junto a su esposa Carmen. En su testamento creó la Fundación
Carmen y Severo Ochoa, de cuyo patronato forman parte algunos de sus discípulos
españoles, al objeto de que se perpetuara la memoria de su nombre unido siempre
al de su mujer, en reconocimiento al soporte familiar que le habría de
acompañar en toda su trayectoria, resultando decisivo —según su propia
confesión— para el desarrollo de su vocación científica.
Su vida fue llevada a la pequeña pantalla en el año 2001 a través de la
miniserie española Severo
Ochoa. La conquista de un Nobel,
dirigida por Sergio Cabrera, donde
los actores Daniel Guzmán e Imanol Arias interpretaban
al célebre científico en las diferentes etapas de su trayectoria.
Investigación:
Su
investigación fue polifacética, hizo numerosas e importantes contribuciones en
distintos campos de la Bioquímica y la Biología Molecular. La aportación científica de Severo Ochoa se ha realizado
esencialmente a tres niveles.
En primer lugar, mediante trabajos de enzimología metabólica con
el descubrimiento de dos enzimas, la citrato-sintetasa y la
piruvato-deshidrogenasa, que permitieron concluir el conocimiento efectivo
del ciclo
de Krebs, y que representa un proceso biológico
fundamental en el metabolismo de los seres vivos.
Estudió
también la fotosíntesis y el
metabolismo de los ácidos grasos.
En segundo
lugar, Severo Ochoa realiza una serie de trabajos que conducen finalmente a la
síntesis del ácido ribonucleico, ARN, tras el descubrimiento de la enzima polinucleótido-fosforilasa.
Este hallazgo le valió, junto a su discípulo Arthur Kornberg, el
premio Nobel de Medicina de 1959.
En tercer
lugar, la aportación científica de Severo Ochoa se materializa en una serie de
trabajos en los que se desarrollan las ideas y los hallazgos anteriores y que
se relacionan con el desciframiento del código genético, la biosíntesis
intracelular de las proteínas y los aspectos fundamentales de la biología de
los virus.
Monumento a
Severo Ochoa en la Universidad Complutense de Madrid.
Proseguimos en la siguiente publicación...ese será el camino cual mandaloriano...
Muchas gracias por leer, que la ciencia y la fuerza os acompañe.
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