Artículo redactado por Victor Pantoja Aguilar.
Cuando se piensa en las grandes misiones espaciales que han trascendido en la historia de la humanidad, es normal relacionarlas con nuestro acercamiento a la conquista del espacio. Ya sea con la misión Apolo 11 de la Nasa, cuyo resultado fue la llegada del hombre a la Luna en 1969, o con el primer ser humano en orbitar la Tierra en 1961, en la nave Vostok por parte de Roscosmos, mostrando que, para llegar a lo complejo, primero hay que escalar en lo simple.
Asimismo, es notorio cómo la famosa frase de Newton de “«Si he logrado ver más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigante”, nos permite comprender el trabajo conjunto de la ciencia para superar fronteras, sin importar el sexo, nacionalidad, ideología y en algunos casos hasta especies. Además, conocer las motivaciones políticas o éticas de este proceso histórico nos ayuda abrirnos a varías perspectivas. Y, con esa idea como estandarte me gustaría hacer énfasis, sobre todo siendo hoy 3 de noviembre de 1957, cumpliéndose 67 años de este suceso.
La guerra fría y su objetivo
Durante la década de los 50, dos superpotencias se encontraban en una disputa destacada entre su tensión política, ideológica, económica, avances científicos y quien de las dos era la mejor. Esto para buscar expandir su influencia global y promover sus respectivos sistemas sociopolíticos. Empezando con Estados Unidos, liderada por Dwight D. Eisenhower, quien trataba de difundir el sistema capitalista y la democracia liberal. Por otro lado, la Unión Soviética, liderada por el soviético, Nikita Jrushchov, que asumió el mando de la Unión Soviética dos años después de la muerte de Joseph Stalin, tenía como objetivo en contra posición, demostrar como el sistema comunista era mejor y consolidar un bloque socialista global.
A manera de síntesis, la Guerra Fría fue una lucha por el dominio ideológico y político del mundo, sin que nunca se llegara a un enfrentamiento militar directo entre las dos superpotencias debido al riesgo de un conflicto nuclear. Dando como resultado la competición en la carrera espacial, la cual estaba vinculada al poder de la nación y su supremacía tecnológica ante los ojos del mundo a manera de propaganda.
La carrera espacial
Por lo anterior, La Unión Soviética sabiendo las implicaciones de destacar en la carrera espacial, el 4 de octubre de 1957, lanzo el Sputnik I, convirtiéndose en el primer satélite artificial de la historia, causando fascinación en los noticieros mundiales por la identificación audible (con equipos de radio) de un “bip”, ya que el Sputnik i estaba equipado con un transmisor de radio de baja frecuencia. Este transmisor emitía señales de radio en forma de pulsos regulares, que se conocieron como "bips". En sí, el satélite transmitía una señal de 20 megahercios (MHz) y un ritmo de aproximadamente 1 pulso por segundo. También, al ser escuchado por radios y radio aficionados en todo el globo demostró como el satélite podía ser utilizados para la comunicación y el monitoreo. Además, realizando una vuelta alrededor de la Tierra (orbita) cada 98 minutos, entre los 228 y los 947 kilómetros de altura, proporciono no solamente información sobre las características de las capas más altas de la atmósfera de nuestro planeta, sino definiendo el camino de la exploración y su siguiente paso. Llevar seres vivos al espacio, para posteriormente intentarlo con seres humanos, lo cual presionara a Estados Unidos a una lucha directa contra el tiempo de quien sería el primero. Y, entusiasmado, el líder de la Unión Soviética exigió del ingeniero responsable del programa espacial Sergey Korolev algo "espectacular" para el 40 aniversario de la revolución bolchevique.
Imagen 1. El Sputnik I. Imagen extraída de: https://es.wikipedia.org/wiki/Sputnik_1#/media/Archivo:Sputnik_asm.jpg
¿Por qué no mandaron a un ser humano al espacio?
Al querer probar como un ser vivo se comportaba en condiciones de microgravedad, empezaron a plantearse los desafíos que abarcaría su siguiente misión, el Sputnik II, el cual contaría con un tripulante abordo, no obstante, no sería de la especie humana para no arriesgar su vida, porque con el conocimiento limitado del espacio, desarrollo de cohetes espaciales en etapa temprana y recopilación de datos, velaban por la seguridad del tripulante, agregando la mala imagen para la URSS si uno de sus astronautas falleciera, demostrando debilidad.
En relación, tras las calamidades durante la segunda guerra mundial, servía como protector el Código de Núremberg, publicado el 20 de agosto de 1947. Desarrollado después de los juicios por crímenes de guerra, estableciendo pautas claras para la experimentación con humanos en cuestiones médicas, incluyendo la necesidad de consentimiento informado, la protección de la vida y salud de los sujetos experimentales.
Si bien, lo anterior era para cuestiones médicas de experimentación, se podría tener como punto de discusión jurídico, dado que los viajes espaciales en la década de 1950 eran extremadamente peligrosos y existía gran incertidumbre sobre cómo el espacio afectaría al cuerpo humano. Por tanto, en el acto de enviar a un humano sin garantías básicas habría violado estos principios. Así mismo, la falta de conocimiento sobre los efectos de la radiación cósmica, la microgravedad y otras condiciones espaciales hacía que cualquier intento con un humano fuera considerado poco ético e inaceptable.
¿Qué especie afrontaría la misión?
Sergey Korolev, ingeniero del programa espacial fue quien dio la idea de mandar a un perro en la misión Sputnik II. Posteriormente, la propuesta fue revisada por Nikita Jrushchov, el cual dio el visto valido para iniciar con el proceso de elección, quien supuestamente por el investigador Alexander Nikonov, la decisión positiva por parte del líder soviético la tomo por nunca haber tenido un cachorro, pero esto último parece más anecdótico y complicado de comprobar.
Imagen 2. Laika, una perra callejera, convertida en astronauta. Imagen extraída de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-41861654
Para está odisea, según el científico Oleg Gazenko, se eligieron perros callejeros porque se pensaba que estaban más acostumbrados a las duras condiciones, (rechazando a los perros de raza por ser muy mimados para sobrevivir en situaciones graves, como al hambre o el frio extremo) también, porque los callejeros eran adiestrables y adaptables. A su vez, era una oportunidad perfecta para comprobar la resistencia de un mamífero en el espacio. Ahora bien, definido el tipo de especie sólo faltaba revisar sus características. Entre estas, el peso idóneo del canino por las dimensiones del cohete debía ser de 7 kg, que fuera hembra al considerarlas más disciplinadas y de pelo liso para la instalación de sensores.
Proceso de selección
Fueron alrededor de 10 candidatas caninas, las cuales fueron entrenadas alrededor de cuatro semanas a cargo del científico Oleg Gazenko y Vladimir Yazdovsky. Aquí Gazenko durante 20 días las mantuvo en jaulas que se iban reduciendo con el tiempo, provocándoles en consecuencia problemas al orinar o defecar, empeorando su estado de salud por el encierro prolongado. Luego, los caninos se colocaron en pruebas de centrifugadoras. Esto simulaba la aceleración de un lanzamiento de cohete, al igual replicaba los ruidos de la nave. Después fueron bajando sus raciones de comida para acostumbrarlas a comer gelatina de alta nutrición, esto debido a ser su futuro alimento en el espacio, además, el entrenamiento incluyó la adaptación de los trajes espaciales y al confinamiento en cápsulas pequeñas. En la finalización de las pruebas sólo tres sobresalieron, siendo Albina, Laika y Mukhu.
Roles asignados
De estas 3 perritas, Albina ya había volado en un vuelo suborbital, siendo una de las candidatas más experimentadas y debido a esto, decidieron preservarla, mientras que Mukhu tenía un defecto en las patas que no la hacía demasiado fotogénica para los fines propagandísticos de la URSS. Quedando como seleccionada Laika, quien destaco por su carácter tranquilo pues no se peleaba con otros perros y al ser hembra, no tenía que levantar la pata para orinar, puesto que la cabina era muy reducida. A su vez fue seleccionada por ser la mejor en responder a espacios confinados y que, citando a Vladimir Yazdovsky; “ella era tranquila y encantadora”.
Finalmente, en la asignación de roles Laika iba a ser lanzada en el Sputnik, Albina, que ya había volado en un cohete de prueba de gran altitud, actuaría como respaldo de Laika y el tercer perro, Mishka sería el perro de control que permanecería en el suelo y sería utilizado para probar la instrumentación y el soporte vital.
¿Quién era Laika antes de todo?
Laika era una perrita callejera quien se encontraba paseando por las calles de Moscú antes de su reclutamiento, con una edad aproximada de entre 2 y 3 años, que apenas pesaba 6 kg y media 35 centímetros. Respecto a su raza era mestiza, porque se desconocía su pedigrí, aunque se aceptaba que era parte husky y parte terrier. Y, a pesar de su nombre que en ruso significa “ladrador” se trataba de un animal dócil y tranquilo. Como dato importante, entre sus únicos momentos donde pudo sentir la cálida caricia de una mano amorosa, fue cuando Yazdovsky al conocer su destino, quiso obsequiarle un poco de felicidad y se la llevó a su casa para que jugara con sus hijos, dándole así un recuerdo ajeno de las pruebas o del duro invierno que vivió.
Preparativos para la Misión Sputnik II
Diseño de la nave
Con el otorgamiento financiero de Nikita Jrushchov, para la investigación espacial y construcción de una nueva nave espacial con la capacidad de llevar a un ser vivo en el viaje, se destinó al ingeniero en aeronáutica Sergei Koroliov, fundador del Programa Espacial para realizar trabajos forzados y completar el Sputnik II, ya que se le pidió a su equipo completarlo en 1 mes, siendo un rediseño del Sputnik I con una capsula presurizada.
Respecto a la cabina, era una modificación de las que habían empleado previamente para lanzar perros en cohetes balísticos, una R-7 Semyorka, siendo un cilindro de cerca de cuatro metros de altura y dos metros de diámetro, con un revestimiento exterior de aleación de aluminio, el cual ayudaba a mantener la integridad estructural de la cápsula y proporcionaba protección contra la radiación solar.
En cuanto al cohete, este tenía una altura de alrededor de 34 metros, presentando una configuración compleja que incluía una primera etapa compuesta por cuatro propulsores de refuerzo con un diámetro máximo de 10.3 metros. La segunda etapa, que constituía el cuerpo principal, tenía un diámetro de 2.95 metros. En conjunto, el peso total del cohete al momento del despegue era de aproximadamente 267 toneladas.
Materiales de la nave
Para su construcción, se utilizaron diversos materiales. La estructura principal del cohete estaba hecha con una aleación de aluminio y magnesio, seleccionada por su equilibrio óptimo entre resistencia y peso, un factor crítico para los cohetes de la época. Los tanques de combustible, diseñados para contener oxígeno líquido y queroseno (RP-1) a bajas temperaturas, también estaban fabricados con aleaciones ligeras de aluminio y formaban parte integral de la estructura del cohete. Además, se utilizaron revestimientos aislantes, compuestos de materiales resistentes al calor, como asbesto y fibras cerámicas, para proteger los componentes del cohete del calor generado por la fricción con la atmósfera.
En cuanto a los motores propulsores, se utilizaron los modelos RD-107 y RD-108, construidos con aleaciones de metales resistentes a altas temperaturas, como el acero inoxidable y el níquel. Estos materiales permitían soportar las condiciones extremas producidas durante la combustión del oxígeno líquido y el queroseno.
Áreas
El interior de la nave Sputnik 2, se componía de varios sistemas integrados en tres áreas principales, diseñados para mantener a un ser vivo en condiciones adecuadas durante el vuelo espacial. Iniciando con el nivel superior de la capsula. Aquí se ubicaban los instrumentos para medir la radiación solar y los rayos cósmicos. Además, la cápsula también contenía generadores de oxígeno y sistemas para la absorción del dióxido de carbono, permitiendo un ambiente controlado y aire fresco para el animal a bordo. Siendo esenciales para mantener la vida en un entorno espacial hostil.
Por otro lado, en su nivel medio, tenía integrado un transmisor de radiofrecuencia similar al utilizado en el Sputnik I. Este transmisor era responsable de emitir señales constantes, lo que permitía monitorear la posición de la nave y transmitir datos biológicos del animal, incluidos el ritmo cardíaco y la respiración. Así mismo, la nave estaba equipada con un sistema de aislamiento térmico y ventilación, diseñado para mantener la temperatura interna en niveles tolerables. Por ello, se instalaron ventiladores para ayudar en la regulación térmica, evitando que el animal sufriera sobrecalentamiento. Y, la cápsula utilizaba baterías para alimentar los sistemas eléctricos, incluyendo el transmisor de radio y los sensores que monitorizaban el estado de Laika. Por tales motivos, estas baterías debían durar el tiempo suficiente para cubrir la duración de la misión
En su nivel inferior, la cápsula incluía un sistema de contención para los desechos corporales y un suministro de alimento, que servía como dispensador de gelatina nutritiva. La comida estaba formulada para durar siete días de vuelo en raciones periódicas. En la parte inferior también se encontraría Laika para viajar como tripulante, esto mientras estaría atada con un arnés en una cabina acolchonada, con un tamaño determinado para impedir su movimiento, haciendo únicamente posible el tumbarse o ponerse de pie.
En su parte exterior, contaba con un revestimiento térmico diseñado para proteger la cápsula contra el calor extremo generado durante el lanzamiento y las fluctuaciones de temperatura en el espacio. Este revestimiento estaba compuesto por materiales aislantes, como fibras de amianto y resinas fenólicas, que ayudaban a mantener una temperatura estable en el interior de la cápsula, resguardando la seguridad de Laika y los instrumentos de la nave.
Traje espacial y enlace con la nave
El traje espacial era una conexión directa con la nave, porque su función era recopilar datos y monitorear la información biológica de Laika. Iniciando con su frecuencia arterial, ayudando a evaluar cómo el corazón de Laika se adaptaba a la microgravedad y a las fluctuaciones de temperatura en el espacio. En cuanto a la presión cardiaca, era importante para entender cómo el sistema circulatorio de Laika respondía a las condiciones de ingravidez.
En el análisis de su respiración, esto se monitoreaba para observar cualquier cambio en los patrones respiratorios en el espacio. Respecto a los electromiogramas para ver la función de su sistema nervioso, se utilizaban para evaluar la función del sistema nervioso, observando la actividad muscular y cómo se adaptaba a la falta de gravedad. Y, por último, sus ondas cerebrales, donde las lecturas de la actividad neuronal proporcionaban información sobre cómo la ingravidez y el entorno espacial influían en el estado mental de Laika.
Cabe destacar que, para lograr esto, se realizó una cirugía menor en Laika, como en las otras dos perritas para colocarle los cables y sensores necesarios. Por lo tanto, el traje no solo proporcionaba protección física, sino que también era fundamental para la recopilación de datos esenciales durante la misión. Y, para su correcto funcionamiento, se realizaron pruebas para asegurar que todo el sistema funcionara correctamente y que los datos fueran transmitidos sin interrupciones. Estas pruebas ayudaron a verificar la integridad del sistema antes del lanzamiento.
Problemas de tiempo y tecnológicos
El principal problema de la misión espacial, Sputnik II, era la falta de un sistema de recuperación de la cápsula, ya que, si bien contaba con un escudo térmico, no era útil para el reingreso de la cápsula a la atmosfera, sino para la exploración espacial y la recopilación de datos. A su vez, la misión tuvo mucha presión para salir y demostrar los avances de la unión soviética, contribuyendo a decisiones precipitadas, sin prever los posibles problemas técnicos.
Conclusión
Sin lugar a duda, esta primera parte ha sido intensa... ¿Os voy a dejar sin saber qué pasó? Si, pero solo hasta mañana día 3 de noviembre, que es cuando realmente viajó Laika, un 3 de noviembre de 1957.
Así que nos vemos mañana, aquí, en el mismo sitio y hora para terminar de leer esta impresionante historia, en este enlace.
Artículo editado por Ana María Morón Usero, creadora de Ammu Neuroscience and Biology.
Podéis consultar más conceptos y palabras en el glosario de astronomía y el artículo tratando la experimentación animal, por qué es necesaria aunque ojalá no tuviera que realizarse.
Más sobre la autor:
Víctor Pantoja Aguilar es Divulgador científico por parte del Instituto Mexicano de Flora Sustentabilidad Social A.C y el Comité Nacional de Capacitación Ambiental, además, es Licenciado en derecho en la Uvm. Así mismo, se inclina en sus áreas de divulgación por el derecho espacial, la astronomía y continuamente se forma en cursos, conferencias o libros para estar actualizado. Para finalizar, es activista en contra de las pseudo-ciencias.
Ha colaborado con el proyecto de Ammu Neuroscience and Biology, proyecto que intenta acercar la ciencia a la gente. Os animamos a leer otros post, donde aprenderéis mucho sobre la ciencia, tenéis más artículos escritos por Ammu y el resto de colaboradores.
Que la ciencia y la fuerza os acompañe.
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